EN CUARENTENA GOBIERNA TUS HABITOS
Mientras no seas amo de ti mismo, capaz de obligarte a hacer lo que debes aunque no te agrade, no serás un alma libre. Y esta libertad no es cosa de poca monta, pues en ella está el gérmen de la libertad eterna.
No son tus pensamientos pasajeros o tus ideas brillantes las que dan el tono a tu vida, sino tus hábitos comunes de todos los días.
Los hábitos mentales son como imanes que atraen determinados objetos, de acuerdo con la naturaleza y calidad de su magnetismo. Los hábitos materiales atraen cosas materiales. Los malos hábitos son en el alma como injertos temporales productores de miseria. La ley natural es que, si eres un poco menos malo que bueno, tu mal será al fin destruido por el poder más grande del bien; pero si hay en ti algo menos de bien que de mal, el poco bien será gradualmente absorbido por el mayor poder de tus malas tendencias.
Si un hábito pernicioso te domina, debilítalo evitando cuanto pueda ocasionarlo o estimularlo, pero sin que, llevado de tu celo por combatirlo, te concentres en él. Pon tu mente, por el contrario, en algún buen hábito, y empéñate con todas tus fuerzas en cultivarlo hasta que llegue a ser parte de ti mismo.
Dos fuerzas combaten incesantemente dentro de nosotros. Una nos induce a hacer lo que no debemos; otra nos urge a que hagamos lo debido, aun cuando nos parezca difícil.
Si eres capaz de liberarte de toda suerte de malos hábitos, y de hacer el bien por el amor del bien mismo, no por las penas que pueda traerte el obrar mal, entonces has progresado realmente. Y solo cuando hayas desechado por completo los malos hábitos, serás verdaderamente un hombre libre.