Cualidades del buen orador: “El de ayer y el de hoy”
Por: Mg. Eglis Gaínza Moreno
Ya sea con el objetivo de realizar una breve y sencilla exposición o para abordar profundamente un tema, toda persona que en una u otra circunstancia se dirija a un público, debe tener en cuenta una serie de principios generales:
Conocer el auditorio, sus intereses y necesidades.
Organizar cuidadosamente el trabajo y documentarse profundamente y con espíritu científico.
Sentirse seguro de sí mismo.
Despertar el interés y hacer agradable la exposición. Evitar la monotonía mediante la variedad.
Poseer una elocución clara y precisa. Usar un vocabulario correcto y asequible.
Mantener una postura y tono de voz adecuados.
Exponer la materia con suma sencillez. Huir de frases altisonantes y huecas.
No pretender nunca agotar un tema completamente. Cuando se ha logrado exponer un asunto en la extensión y claridad que este lo permite, todo lo que después se aumente o recargue tiende a debilitar y destruir el efecto que pudo producir.
Dominar las pasiones. La emotividad es necesaria, pero la pasión en exceso puede hacer perder el dominio propio.
Llegar a conclusiones válidas e importantes, útiles para el auditorio.
Por muchas razones, la palabra tiene una gran importancia en la vida del hombre, lo mismo le sirve para razonar que para hacer entrar en razón a los demás.
Según vemos, la oratoria cuenta con, cuando menos, cinco ventajas: vincula a los hombres, lo hace destacar, provoca adhesión, induce al liderazgo y es superior a la literatura, entendida como “palabra escrita”.
Si analizamos la oratoria de antaño, comparándola con la actual nos encontramos que existen no menos de diez elementos que las hace distintas. Probablemente, el más importante sea la actitud del orador.
En la antigüedad, el orador buscaba el adorno personal, sin importar fuera o no entendido por quienes lo escuchaban; hoy, por fortuna, el orador lo que desea es que su mensaje sea entendido.
La oratoria de ayer es muy distinta a la de hoy comparto con ustedes esta reflexión:
El orador del siglo pasado ofrecía al público Mensajes largos y con rodeos en la actualidad debe transmitir mensajes cortos e ir al grano con su mensaje. Antes se usaban palabras rimbombantes el que desee cautivar a la audiencia hoy deberá expresar palabras sencillas con ademanes naturales y no prefabricados. En cuanto al tono de la voz en el pasado siglo era muy “magistral” para el año 2016 debes hablar coloquialmente con una postura relajada y nada rígida. Analizando Oradores reconocidos del mundo he visto en sus videos que la mayoría se esforzaban por la búsqueda de adornos con frases largas, sin embargo en los días que vivimos el orador efectivo es aquel que encuentra un entendimiento con el público y busca una comunicación sencilla con ejemplos simples y cotidianos.