TENER MOTIVOS: NO, ÁNIMO

 TENER MOTIVOS: NO, ÁNIMO

ORATORIA Y LIDERAZGO: TENER MOTIVOS: NO, ÁNIMO
Msc. Eglis Gaínza
La motivación es tener motivos para hacer las cosas no es un ánimo que se pierde de la nada por eso debemos construir nuestros motivos.
Una de los factores clave para el cambio de una sociedad o de cualquier grupo organizado es la motivación de sus miembros en la empresa por ejemplo, es la capacidad de sus directivos para generar un contexto motivador y retador en el ámbito de la organización que ponga en valor las competencias y esfuerzo de los empleados.
Es mucho más fácil animar que motivar. Es una obviedad afirmar que la motivación que una persona experimenta en la organización en la que trabaja influye en la eficacia y en la eficiencia de su desempeño cotidiano. Lo que ya no es tan fácil de explicar es por qué las empresas dedican tan pocos recursos y estrategias tan simples (e inefectivas) a mejorar ese factor tan obviamente importante, también para sus resultados.
La gran atención que recibe la motivación y el mal tratamiento que se le da es, quizás, la paradoja más presente en el management de antes y de ahora, contradicción que en gran parte se debe a la indefinición o confusa definición del propio término. El concepto motivación resulta tan sobreutilizado como falto de significado concreto, por ejemplo, cuando que se aplica de forma circular para intentar explicar cualquier comportamiento o su ausencia:

Si alguien no trabaja con energía es “porque no está motivado”, y sabemos que no está motivado porque se ve que trabaja sin energía.
Este tipo de explicaciones circulares tienen más que ver con la psicolabia (retórica) que con la psicología de empresa (método) o con una ciencia mínimamente razonable.
Para intentar arrojar luz sobre un concepto más práctico y evaluable de motivación, dejo algunas ideas concretas y aplicables en el entorno de la empresa desde la perspectiva del coaching profesional que pueden ser desarrolladas y aprehendidas por cada uno de los integrantes de la organización.

1. La motivación puede ser causa pero también consecuencia
En ocasiones, incluso con carácter general, hay que confiar en que la motivación llegará después. Las personas que trabajan en la empresa, incluidas aquellas con responsabilidades directivas, pasan inevitablemente por picos de actividad y de ánimo. Entender que la motivación es un factor cíclico también es una forma de mantenerla y generarla.

2. Se puede pasar a la acción sin motivación
Como directivo es muy importante aceptar que ni tú ni tu gente estarás siempre locamente motivados. Es interesante generar un contexto de trabajo y colaboración que dependa más de los planes marcados que del ánimo imperante. Dicho de otra forma, se sienta como se sienta tu equipo lo importante es hacer lo que debe, lo que se ha planificado entre todos/as.

3. Motivación no es tener ánimo, motivación es tener motivos
La motivación no depende especialmente de lo que pensamos o sentimos. Tendemos a sobrevalorar la influencia de nuestras emociones y pensamientos en nuestra motivación, en nuestras conductas. Muchas personas no están muy contentas yendo al trabajo cada mañana y sufren pensamientos y emociones negativas al respecto, pero acuden y luego incluso trabajan con ánimo. Y al contrario, personas que se escaquean y se quedan en casa, se descubren desanimadas por no acudir.

4. La motivación depende del contexto.
Las personas no estamos “motivadas en general”, nuestra motivación es contextual, temporal y específica, relacionada con una actividad en un tiempo y en una situación concreta. Las personas aplicamos nuestras habilidades de forma variable según el contexto y la situación en las que haya que ponerlas en juego. El talento sale a relucir o no en función de la motivación relacionada con cada contexto.

5. La motivación pasa por definir objetivos
Una persona que no se propone objetivos o metas profesionales, por definición, es una persona desmotivada, y a menudo, desanimada. Disfrutan y se sienten más implicadas, por ejemplo en su empleo, si se marcan sus propios objetivos diarios, semanales, etc. Lo consigues porque te lo propones: más y mejor planificación implica más y mejor motivación.
Tu motivación crecerá si marcas metas alcanzables y concretas, y crecerá también si disfrutas de la independencia y la confianza necesarias para hacerlo.

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